Los niños, la fruta y la verdura: una cuestión de cultura
Elisabet García Barber es la fundadora y responsable del blog cronicasgermanicas.com.
Este blog es el resultado de compartir su día a día en Alemania. En él descubriréis cómo es realmente la vida cotidiana en Deutschland, los entresijos de su cultura y una nueva forma de perderle el miedo a su “élfico” idioma, el alemán.
Lugares, recetas y costumbres, todo ello contado de una forma amena le han hecho ser uno de los blogs de referencia del país en lengua española.
Hoy Elisabet quiere compartir con Mammaproof su experiencia con las frutas y las verduras en Alemania.
Una alimentación sana y saludable suele ser una de nuestras grandes preocupaciones del día a día. Y no únicamente pensando en nosotros, sobre todo pensando en nuestros hijos.
Todos sabemos que la fruta y la verdura son una parte indispensable de una dieta sana. Sin embargo, en el momento de intentar incluirlos en la dieta infantil para nuestros peques, en ocasiones nos echamos a temblar. Los padres españoles parecemos tener cierta dificultad para incluir frutas y verduras como protagonistas en la dieta de nuestros niños.
Ese es el estereotipo que tenía en mi mente en el momento de ser madre. Al principio, con las papillas, digamos que es algo más sencillo, puesto que “no se ven”. Pero, ¿qué sucede cuando pasamos al sólido? ¿Por qué le tenemos esa especie de miedo a sustituir ciertos alimentos menos sanos por verduras?
Desde que vivo en Alemania, hace casi 4 años, cada vez que alguien menciona lo de que a los niños en España les cuesta comer fruta o verdura me sorprendo. No estoy hablando de que en Alemania se hagan milagros ni que lo hagan ni mejor ni peor que nosotros. Simplemente considero apropiado compartir mi experiencia porque me he dado cuenta que, el hecho de que los niños tomen fruta y verdura, es una cuestión cultural.
Dependerá de cómo se la introduzcamos en la dieta. Incluso del tipo de “cocción”. ¿Consideramos las verduras crudas como una opción de “snack”?
Nuestra primera merendola en Alemania
La primera vez que fuimos invitadas a una merendola en Alemania, proyecté sin remediarlo las merendolas de mi niñez en España. Aquellas típicas de los días especiales. En general, solían estar protagonizadas con lo que en teoría no se debía comer: patatas fritas, galletas de chocolate…Todas esas delicias que, al fin y al cabo, también tenemos de comer alguna vez en la vida.
Ese día me llevé una gran sorpresa. Ni en la peor de mis pesadillas hubiera imaginado lo que encontré preparado encima de la mesa y dispuesto en varios platitos para los peques. Su contenido era muy distinto al esperado. En lugar de haber magdalenas, galletas, donuts o sucedáneos, había unos platitos con tiras de pimiento rojo crudo, otros con tiras de pimiento amarillo crudo, otros con tiras de pepino,… Eso sí, al menos vislumbré unos deliciosos Brezeln {pan riquísimo y muy típico en el sur de Alemania}. Cuando vi todo ese “festín”, lo primero que pensé es que mi hija no iba a hincarle el diente. “Al menos comerá pan”, pensé.
Pues en el momento en que los otros niños empezaron a comer el pimiento y el pepino, mi hija se lanzó también. No ingirió cantidades industriales como el resto, pero al menos lo probó.
Esta escena sucedía incluso antes de que mi hija fuera al “Kindergarten” {como se denomina en Alemania al jardín de infancia, parvulario o guardería}. Y es que esa es la segunda parte de mi experiencia en el excitante mundo de las frutas y verduras y los niños.
Una gran ayuda en la introducción de la fruta y la verdura en la dieta de los niños en Alemania viene de la mano de la guardería. Imagino que por eso en general en todo el país los padres les dan verduras a sus niños casi “como si de una chocolatina se tratase”.
Los niños, al ver un pepino, un pimiento o una zanahoria cruda, en lugar de soltar un “eeeccs” como yo esperaba, son capaces de ponerse más felices que una perdiz. He llegado a ver varios recipientes con zanahorias crudas, otros con pepino y otros con pimiento junto a un recipiente con patatas fritas y lanzarse los peques a los de las crudités.
Snacks en la guardería
En nuestra guardería en Alemania, cada día los padres traemos fruta. Se supone que corresponde a la pieza de fruta que tomarán nuestros hijos en el momento en que se la den. Lo que hacen es pelar toda la fruta que los padres traen ese día y dejarles escoger a los niños qué fruta les apetece ese día. Así es de lunes a miércoles. El jueves se trae yoghourt para la merienda {cada semana le toca a un padre} y el viernes les dan Brezel {cada semana le toca a algún padre}.
Personalmente me encanta tanto la fruta como la verdura. Aunque ahora soy incapaz de recordar si todo empezó porque su gusto me parecía agradable o porque mi madre se preocupó de enseñármelo. Pero reconozco que no tomaba la verdura en todas sus modalidades.
Por eso hay algo que me ha impresionado en relación con la verdura y los prejuicios. Ha tenido que ser mi hija quien ha sido capaz de conseguir que yo hiciera algo que nunca imaginé. Antes de llegar a Alemania tenía un prejuicio: “odiaba” el pimiento. En cualquiera de sus formas. Lo evitaba y mi marido ya se resignaba a no ponerlo en la comida. Fue llegar a Alemania y ver la pasión con la que mi pequeña es capaz de devorar la “Paprika” {pimiento rojo} lo que me hizo hincarle el diente y comprobar que tiene su punto. Ahora soy capaz de comérmelo hasta crudo.
Lo mismo ocurrió con el pepino y los pepinillos. Mi marido alucina. Y la cuestión es que no estaba acostumbrada a probar la verdura así. Siempre la probé cocinada. Pero, ¿qué hay de la verdura como “snack”?
La próxima vez que preparéis algo para que vuestro peque coma por el camino o a media mañana o a media tarde os animo a que preparéis un tupper con pimiento rojo crudo cortado a tiras. O de pepino.
¿Habéis probado trocear un pimiento rojo, un pepino o similar y dárselo a los peques a partir de 1 o 2 años? Os animo a probarlo porque seguro que os sorprenderéis.
De todas formas, considero que lo más importante es que en nuestros hábitos, en nuestras dietas, en nuestras casas, incluyamos a las frutas y verduras como grandes protagonistas. Si los peques nos ven comerlas, ellos también querrán. Los niños se guían mucho por lo que ven. Lo copian todo y nosotros, sus padres, somos su gran ejemplo.
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Mis amigos españoles alucinaron cuando mostré las fotos del primer cumpleaños del mayor. No entendían que hubiera snack de verdura. jejeje.
Me ha gustado mucho la entrada!
Gracias!
Gracias María!
Un abrazo*
Totalmente de acuerdo contigo.
Yo tenía la misma idea preconcebida de que niños y verdura no iban muy bien juntos hasta que ví cómo se comportaban los niños en Helsinki.
No sólo lo que cuentas de los cumpleaños me sorprendió, mis bocatas de nocilla terminaban siempre en la basura, sino el hecho de que la fruta, sobre todo las mandarinas, fueran consideradas como gominolas, al mismo nivel que el chocolate.
Mi hijo pequeño se come las cajitas de tomates cherries como si fueran chocolatinas y ahora que vivimos en Dinamarca en el súper venden snacks de pimiento, o de diferentes verduras para la hora del recreo.
Las cosas que se “aprenden” viviendo fuera. ¡Arriba las verduras!
Muchas gracias Conchi por animarte a compartir tu experiencia.
Un saludo desde Deutschland*
Genial el artículo, pero “A tenido que ser mi hija” ??Ahí se ha colado la H, ha de haber.
Gracias Ana! Se nos ha escapado, un beso!
Glups! Gracias Ana!
Elisabet, sabes si esta pasión por las verduras sigue funcionando cuando los niños crecen? mi hijo era así y a la edad de 6 años empezó a mostrarse rebelde y a copiar otros modelos no tan saludables que veía en los anuncios (aunque no tengamos tele en casa los pilla al vuelo) y en otros camaradas del cole…me pregunto si en Alemania pasa lo mismo
Hola Mavi,
personalmente aún no he podido experimentarlo, puesto que mi hija es aún pequeña. Pero por lo que me consta de otros padres y madres cercanos, a los niños y preadolescentes les siguen gustando. Por ejemplo, se lo llevan en su “Vesper” {tupper} cuando van de excursión o cuando se llevan al cole el desayuno o comida de media mañana.
Puedes probar en dejar por un tiempo una verdura o fruta concreta y sustituirla por otra. Y luego, pasados unos días o semanas, volver a probarlo.
Un saludo*