Sarah Lages
Jefa de redacción y responsable de contenidos para la Guía Foodiekids, su afinado paladar no deja menú infantil con cabeza. Domina a la par el arte de degustar y el de encontrar lugares amables para la tribu. Ella coordina el equipo de autoras desde Barcelona, con amor.
Esther Grau
Las malas lenguas dicen que soy una maniática a la hora de comer, especialmente eligiendo restaurante. Así que los que me conocen siempre lo dejan a mi elección y casi nunca defraudo. He desarrollado un sexto sentido. No hay nada que me moleste más que pagar para comer mal. No se trata de ir de sibarita, me apaño con un bocata, o una buena ensalada pero no con un trozo de pan que parezca un chicle o un plato de lechuga mal puesto. Como todo tipo de verduras, pero tengo problemas con la carne que casi ni la pruebo. De pequeña era la típica mala comedora y ahora la historia se repite con mi hija, así que en casa todos los platos, por raro que parezca, llevan camuflada una ración de verdura. Eso sí, las dos somos adictas al chocolate, como mi abuela y mi madre. Será cosa de la genética.
Txell Hernández Gil
En mi familia somos muchos, diferentes y variopintos pero todos tenemos algo en común: nos gusta cocinar y comer. La razón de esta pasión por la gastronomía es la matriarca, una mujer capaz de llenar la mesa de delicias elaboradas por ella de principio a fin. Pasé mi infancia comiendo los productos más exóticos de la Boqueria y los grandes clásicos de la tradición mediterránea. Ya de adulta sigo comiendo de todo. De todo, menos carne. A Eddy (17 meses) siempre le hemos alimentado de forma saludable, con cereales hechos en casa cuando era bebé y con verdura y productos ecológicos cuando empezó a comer de todo. ¿Sus favoritos? El tofu, todos los pescados del mundo, la paella de la abuela y el salmorejo.
Laia Bahima
Siempre he tenido la etiqueta de ser muy mal comedora. Mi punto débil es la verdura. A no ser que sea berenjena, a priori siempre le pongo mala cara. El ser mamá me ha hecho preocuparme por tener una alimentación más saludable. En casa comemos y cenamos los cuatro juntos, cada uno en la medida de sus posibilidades: con cuchara, con las manos y la cantidad que les apetece. Es uno de los momentos del día que más me gusta y estoy convencida que pasar un rato agradable en familia en la mesa rodeados de alimentos saludables es una de las claves para aficionar a los niños al buen comer.
Mariu
En casa tenemos a Mr. Nutrición, que es mi marido, le encanta todo aquello que tenga que ver con la comida. Gracias a él, en casa siempre hay fruta fresca y verdura, semillas y frutos secos. Con él he conocido los beneficios del lino, la avena, el centeno, los frutos rojos, la papaya, etc. Carla come prácticamente de todo, menos lechuga y, yo también,… menos pimiento. Comemos 5 veces al día, jamás nos saltamos una comida. En el desayuno y en el aperitivo de por la mañana siempre hay fruta y por la noche algo de verdura o pescado. Eso sí, una vez a la semana, por lo menos, nos damos el capricho de comer hamburguesas, pizzas y helados.
Celia
Cada dos horas, como debe ser. En casa no perdonamos ninguna comida. Comer nos hace felices y, si es en buena compañía, mucho mejor. Nos gusta la comida sana, descubrir nuevos sabores e incluir en la dieta productos naturales y biológicos, sobre todo ahora que hay niños en casa, aunque no podemos resistirnos a un buen dulce de postre. En ocasiones, leemos libros de cocina en lugar de cuentos, así que nuestros sueños son a veces igual que un menú degustación.
Beatriz Millán
De pequeña me crié con la frase “se come lo que hay en la mesa”, y lo que había eran platos de cuchara, carne, verduras, pescado, frutas y muy de vez en cuando, algún capricho en forma de postre casero. Confieso que no sé cocinar, y como me casé con un maravilloso cocinero, es él quien se encarga de los menús. Cuando Martina empezó a mostrar interés por la comida, nos decantamos por el método “Baby led weaning” con el que los bebés comienzan a comer sólidos sin pasar por papillas o purés, comiendo con sus manos, aprendiendo a auto-regularse y probando de todo. Julieta ahora está empezando a comer así también. En casa tenemos tres reglas: tomar 5 frutas / verduras al día, hacer nuestros propios dulces, y comer integral siempre que podamos.
Cruz Cantalapiedra
Aunque mi madre se desesperaba para que comiera de pequeña, de mayor disfruto conociendo buenos restaurantes y ampliando mi cultura gastronómica. Gozo de igual manera con un buen ceviche y unas papas a la huancaína que con un caldo gallego casero. Me gusta tanto salir a cenar con mi chico los viernes por la noche como descubrir lugares los fines de semana en los que el menú infantil es algo más que un perrito caliente o unos macarrones con tomate.
Laura Ordóñez
¡Un plato de lentejas, por favor!” fue lo que le dije a mi madre cuando volví de Estados Unidos con 17 años. Llevaba un año comiendo fast food y mi tejido adiposo ya no encontraba ni hueco para seguir expandiéndose. A partir de ahí, empecé a ver la comida con otros ojos; los del placer. Casi dos décadas después, sentí un flechazo por la comida ecológica durante un viaje a Berlín, donde descubrí alimentos como la quinoa, el seitán o el pan de kamut que, además de sanos, están riquísimos. A Martina (4 años) le encanta ayudarme en la cocina, tijera en ristre, y espero que Adriana (2 meses) pronto se una a nuestro pequeño equipo culinario en el que, por el momento, el papá solo cata y rebaña el plato.
Carmen Quintano
Lo de comer bien me viene de genética, y a mis hijos por suerte les viene ración doble! Considero que una gran parte de la educación de los niños se desarrolla alrededor de una cocina y de una mesa: saber comportarse, descubrir nuevos sabores y culturas, ser agradecidos, tener paciencia y valorar todo el trabajo que hay detrás de un plato. Además como familia nos brinda la oportunidad de charlar alrededor de una mesa. La comida es un excelente ocasión de escucharnos todos, los pequeños y mayores sin otras distracciones. Nos encanta organizar nuestros planes alrededor de la mesa, ya sea en casa o fuera, más de una vez nos han felicitado por lo bien que comen los niños, y para nosotros ¡es un orgullo! Deseando seguir probando sitios nuevos.
Cristina Ferrer
Mi afición por la comida comenzó con tres años en una sala de urgencias, cuando tras coserme una brecha, el médico me dijo que “una aspirina y a la cama” a lo que yo le contesté: ¿y cenar, qué?. Buena comedora, me encanta cocinar e intento inculcar a mis hijos la pasión por la cocina y la comida bien hecha. Creo que no hay una “comida de niños” y que éstos deben aprender a probar y a disfrutar del universo de sabores que la cocina nos ofrece.
Mavi Villatoro
Yo he sido una niña tiquismiquis. De las que solo comen lo amarillo del huevo, primero el caldo y después los fideos y se las ingenian para libar una almeja dejando la mitad en la concha. Mi madre soportó estoicamente estas excentricidades y poco a poco se me fueron pasando. Echarse un novio francés e irse a vivir al país de la gastronomía por excelencia, también ayuda. Ahora disfruto probando sabores nuevos y no le hago el feo a ningún plato elaborado con amor. ¿Mi mayor desafío? Aficionar a mi hijo Leo al buen comer. Y de paso ¡revolucinar el menú infantil! Restauradores y chefs, con vuestro permiso ¡vamos a meter caña!