Qué hacer si tu hijo no come

No obligar a tu hijo a comer

Carolina-Harboe_colaboradora

Todos sabemos la teoría o por nuestras propias traumas infantiles o porque entendemos que nada bueno sale de forzar que entren los alimentos “como sea” pero hay algo superior al pensamiento racional: mientras nuestros hijos comen, todo está bien.

Yo, como nutricionista, tecnóloga de alimentos y como asesora nutricional creo firmemente en el instinto de supervivencia de los niños: quieren crecer, quieren estar nutridos, quieren tener sistemas inmunes fuertes. Por una regla de tres, si no comen, tendrán sus razones que nosotros – como adultos ajenos a sus cuerpecitos – no podemos comprender. Esto hay que respetarlo para evitar crear malos hábitos en la mesa, para que no se asocie la mesa del comedor con llantos, peleas y “malos rollos” y, peor todavía, para que aprenda a comer sin distracciones como la Tablet.

También soy madre y sé lo duro que es ver que preparas algo con mucho amor, tiempo, planificación, con los mejores ingredientes ecológicos y de temporada y que se levanten de la mesa sin acabar ni la mitad de la ración. Yo también, he usado estrategias como “Tienes 3 añitos, pues 3 bocados más” o “Te lo he preparado con mucho amor ¿lo vas a dejar?”. Mientras lo digo, sé que son mis instintos maternales hablando, más allá de la racionalidad. Sé que si no quiere comer, tendrá sus razones ¿Quién soy yo para asumir cargo de su mecanismo de hambre/saciedad?

A continuación, comparto algunas de las razones posibles que tu hijo podría tener para no querer comer. Sobre todo, espero que os sirvan para tranquilizar:

1. A lo mejor está cansad@ ¿Lleva un día muy largo el la escuela? ¿Se saltó la siesta? Crecer gasta fuerzas. A lo mejor sufrió un “batacazo” emocional en algún momento que le ha dejado vacío. A nosotros también nos pasa. Un disgusto cierra el estómago y solo quieres una ducha caliente y a dormir.

2. A lo mejor está en pleno proceso inmunológico. A veces, no hay síntomas pero si ha sido expuesto a algún virus o bacteria, sus defensas están trabajando y, si hay una subida de glucosa en sangre, la consecuente subida de insulina, frena este trabajo. Esto lo sabe su cuerpecito y, de forma natural, se le suprime el apetito. El obligarle a comer en este momento y, sobre todo si es un alimento que le suba la glucosa rápidamente en sangre como harinas refinadas, chucherías o bollería industrial, dará vía libre al patógeno en cuestión.

3. Ya teniendo en cuenta que hay síntomas: dolor de garganta (le molesta al tragar), diarrea (la mejor manera de cortar la diarrea es dejar de comer), le está saliendo un diente nuevo (le duele la cabeza entera a rabiar), fiebre (quita el apetito a cualquiera!), otitis (mover la mandíbula resulta muy incómodo)…y hay niños a los que les cuesta expresar estas situaciones de malestar.

4. A lo mejor se le está formando su personalidad. Aquí entramos en un tema de crianza y, al no ser educadora de formación, ando con pies de plomo antes de dar consejos. Hay una edad en la que el decir “No” y observar la reacción de los que le rodean, es imprescindible para su desarrollo como ser independiente. ¡Empieza lo difícil! Yo soy partidaria de hacerle responsable de su propia alimentación. Si quiere jugar a rechazar la comida, es interesante que experimente el hambre, que se retire el plato y que no aparezca comida hasta el siguiente turno y siempre que sean alimentos nutritivos, que aprenda que si quiere comer, tendrá que practicar el “No” en otro entorno en vez de en la mesa si no quiere irse a jugar con la barriguita vacía. Éste es mi opinión con respecto a estas situaciones pero ¡acepto aportaciones en forma de comentarios, por favor!

5. A lo mejor tiene una alergia o intolerancia no diagnosticada. Lo que llamaría la atención en este aspecto sería si la falta de apetito fuera prolongada en el tiempo y acompañada por hinchazón abdominal, retraso en el crecimiento, estreñimiento o diarrea, sistema inmune comprometido, problemas de piel, irritabilidad, déficit de atención…y muchos más. Aquí la ayuda de un profesional puede ser interesante.

6. Como último, a lo mejor simplemente no tiene hambre. Los niños no crecen de forma lineal. Pegan “estirones” que acompañan un aumento de apetito que luego se estabiliza. El truco es ir ofreciendo alimentos naturales y de máxima nutrición y que ellos mismos regulen la cantidad.

¿Me olvido de alguna?

¡Ayuda a toda la comunidad familiar con tus aportaciones y entre todos vamos a crear un buen ambiente alrededor de la mesa!