Veníamos de pasar casi dos semanas de tour por Provenza y para hacer una parada que acortara el camino a casa (en Sitges) desde el sur de Francia, decidí reservar una última noche de hotel en el Baix Empordá. Encontré el hotel Mas Masaller en un buscador de internet y me gustó que parecía un sitio donde poder relajarnos de tanto viaje.
Y aterrizamos allí. Lo primero que sorprende es lo grande que es la masía donde está ubicado (del siglo XIII y reformada en 2010) aunque solo tenga seis amplias habitaciones, algunas de ellas los antiguos establos de la casa de payés, ahora con todas las comodidades.
Después, que te recibe Marta, la propietaria, de una forma que sientes que llegas a su casa (que lo es) y no que te registras en un hotel.
Luego vas descubriendo el gusto con el que esta decorada y restaurada, conservando muchísimo de lo antiguo, pero modernizándolo para la comodidad de todos, con un estilo rústico super acogedor. También vislumbras por primera vez que es un sitio ¨kids-friendly¨, ya que hay un gran rincón lleno de juegos y juguetes nada más entrar.
Al llegar al mediodía eramos los únicos huéspedes, así que, en solitario, nos dedicamos a explorar el enorme jardín, jugar en los columpios, la cama elástica, refrescarnos en la piscina, descubrir gatitos, ver rebaños pasar…. nuestro peque estaba feliz.
Casualmente habíamos reservado también la cena, para no complicarnos (cosa que jamás hacemos), y me preguntaba si seríamos los únicos allí. Le pregunté a Marta y me dijo que no, pero que los demás estaban fuera, seguramente en las cercanas playas de la Costa Brava….
Se acercaba la hora de la cena, puntual a las 21h, que esa noche servirían en la terraza porque el tiempo era magnífico. Así que empezaron a llegar familias y a unirse a nosotros en la piscina a medida que lo hacían. Mi hijo que llevaba días sin interactuar con otros, ya que en Francia ya habían empezado el cole, no cabía en sí de alegría por poder jugar con mas niños.
Y llegó la hora, todos en una única mesa con lo que los peques pueden hacerse amiguitos casi instantáneamente y los papis casi que también, porque comentábamos como comen nuestros nenes, si tenían sueño, que hacen ya solitos, si se portan bien, etc… En fin, muchos extraños, pero en un mismo barco. Me encantó la experiencia. Le gustó incluso a mi marido que no es niñero en absoluto! Ah, y la comida, de la que se encargó el marido de Marta, Joan, estuvo sencilla y perfecta.
Y después, un rato al gran salón, donde los nenes pudieron seguir jugando con todo el material que allí tienen y los mayores, al lado, hablar o ver la tele, poner un dvd, leer libros, revistas…. tienen de todo.
A la mañana siguiente, a desayunar también juntos en la larguísima mesa comunal de dentro que parece ser el corazón de la casa. Un desayuno divertido y divino con embutidos locales, mermeladas caseras…
Además de Marta y Joan, sus tres hijas de 2 a 8 años que les ayudaban (era el último día de vacaciones de verano) eran encantadoras y muy generosas con nuestros niños y daban todavía si cabe un ambiente mas familiar a nuestra estancia. Ni que decir tiene, que cuentan con tronas, cunas, vajilla infantil, etc….
En la zona, el pueblo mas cercano es Cruilles, al cual pertenece, pero esta a un paso de la Bisbal d’Empordà, rodeado de granjas y naturaleza. Un inesperado descubrimiento que recomiendo 100%!!!
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Ver Política de Moderación de comentariosCamelia
Sí es una casa inmensa, llena de estilo y mil rincones evocadores.
Casualmente nosotros hemos estado dos veces, una antes y otra después de la reforma (y cambio de inquilinos).
El resultado ha sido una ampliación de tales dimensiones de la zona comunitaria (el salón y biblioteca) comparable a nada que hayamos visto, Tras haber estado en más de una docena de casas rurales.
Cabe subrayar que si se reserva en esta caso debe quedar muy claro si se hace en una habitación de la masía o del recinto adicional.
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